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martes, septiembre 05, 2006

QUARTETT Criterios dramatúrgicos

Puede que Quartett (1980) sea la alternativa que encuentran Merteuil y Valmont (personajes de Las relaciones peligrosas, la gran novela epistolar del siglo XVIII de Choderlos de Laclos) para indagar acerca del enigma del cuerpo físico, y de la angustia de ese enigma. Para esto, apelan al discurso como herramienta primordial, y al teatro como ámbito propicio para llevar adelante esos discursos. En Quartett dialogan, a través de una disposición mayormente epistolar, Merteuil y Valmont, quienes, a su vez, “representan” a sus supuestas víctimas: Tourvel y Volanges. Es en ésta, su estructura, donde la obra encuentra su sentido último. Y es en las diversas facetas del pensamiento donde Heiner Müller encuentra las palabras que le sirven para hablar del vacío.
Puede que Quartett sea también una meditación acerca de las relaciones entre los sexos en la modernidad, siendo que el espacio histórico que la acción abarca comienza –en un salón- antes de la Revolución Francesa y culmina –en un búnker- después de la hipotética Tercera Guerra Mundial. Los personajes que habitan este espacio-tiempo son, precisamente, representantes de la decadencia de la modernidad. Subyace, además, una mirada crítica sobre la burguesía expuesta en la acción de “representar” de estos personajes, lo cual, a su vez, relativiza los discursos.
Puede, entonces, que Quartett sea una consideración sobre el teatro burgués. Los personajes son intercambiables (Merteuil también “representa” a su propio interlocutor: Valmont), la acción está en la palabra, sucede lo que se dice que sucede, el hecho dramático es sólo discurso, y el principal impulso dramático es la destrucción. Müller radicaliza el distanciamiento brechtiano, entendiendo la interpretación como un instrumento fascista y asumiendo la creencia en la necesidad de los impulsos negativos, según su obra teórica Errores reunidos.
Puede que Quartett sea, también, y como escribe el propio Müller en su autobiografía Guerra sin batalla (Vida entre dos dictaduras), una reflexión acerca del problema del terrorismo.
O quizá sobre la animalidad del hombre civilizado. O sobre la religiosidad de los animales. O sobre la especulación económica que gobierna todo deseo humano.
O sobre el teatro como un posible -pero a la vez ilusorio- espacio para la verdadera y ansiada revolución.
El texto / El teatro termina relativizándose a sí mismo.
Marcelo Bertuccio

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